Un año después del terremoto en Marruecos, los supervivientes siguen atormentados
Un año después del poderoso terremoto que golpeó el sur de Marruecos, Kebira Ait Bellaid no logra superar la pérdida de su hija y sus tres nietos.
"Este terremoto me cambió la vida para siempre", explica a la AFP esta mujer de 52 años, que aún vive en una tienda de campaña, al igual que la mayoría de los habitantes de Tiniskt, un pueblo situado en las montañas, a 70 kilómetros al suroeste de Marrakech.
Esta aldea de casas de barro fue prácticamente arrasada por el sismo del 8 de septiembre de 2023, que causó la muerte unas 3.000 personas y dañó alrededor de 60.000 viviendas en el Alto Atlas.
El trauma causado por esta catástrofe natural, que se cobró 45 vidas en Tiniskt, es palpable en este remoto y difícilmente accesible pueblo de 500 habitantes.
Kebira Ait Bellaid intenta seguir adelante por su esposo y sus hijos "que aún están vivos". Pero escuchar a "Rayan, de 9 años, suplicándome bajo los escombros todavía me atormenta", relata con emoción esta mujer, que desde entonces está bajo el cuidado de un psiquiatra.
"La vida es dura en la tienda de campaña, entre el frío glacial del invierno y el calor sofocante del verano", continúa esta madre de tres hijos, que aún no pudo reconstruir su casa debido a la falta de conformidad de su terreno.
Aunque la mayoría de las familias de Tiniskt recibieron una primera ayuda pública (20.000 dirhams, es decir unos 2.000 dólares), solo una decena de proyectos de reconstrucción fueron iniciados recientemente.
Esta lentitud se debe a la dificultad de acceso a ciertas zonas para llevar a cabo las demoliciones, explica Amine Buih, encargado de la provincia de Al Hauz -de la cual depende Tiniskt- en la agencia pública Al Omrane.
En esta región, la más afectada por el terremoto, se espera reconstruir 24.000 edificaciones. Hasta la fecha se levantaron 1.000, se realizaron más de 9.000 cimientos y se construyeron alrededor de 5.000 estructuras, según Buih.
En Uirgane, un pueblo situado junto a una carretera nacional a 14 kilómetros al noreste de Tiniskt, el ritmo de trabajo es más rápido. Dos casas ya están habitadas, y otras están en proceso de construcción o finalización.
Todas están construidas en hormigón, pero con la obligación de revestir las fachadas con barro.
- Dar vuelta esta página dolorosa -
Brahim Ait Uuarah es uno de los afortunados que logró salir del campamento para damnificados en marzo y mudarse a su nueva vivienda, construida con sus propios recursos antes de recibir la ayuda pública.
"Los seis meses que pasé en una tienda de campaña fueron muy difíciles. Estaba ansioso por poder dar vuelta esta página dolorosa, aunque nada podrá compensar las vidas perdidas", cuenta este conductor de ambulancia, que perdió a su esposa y a un hijo en el terremoto.
En Tiniskt y en otros pueblos se optó por el uso del hormigón en la reconstrucción, en contra de las recomendaciones de arquitectos que abogaban por una construcción tradicional con tierra y piedra.
"El hormigón se impuso porque la gente tiene prejuicios sobre las técnicas tradicionales, pero esta percepción podría haber sido diferente con una mayor sensibilización", lamenta Yasine Ait Si Mhanned, un joven de Tiniskt.
Para Buih la arquitectura tradicional presenta "dificultades en la realización y en la duración de la construcción".
"Es más caro en algunas zonas debido a la necesidad de contar con mano de obra calificada, que es muy escasa", destaca.
El arquitecto Khalil Morad El Ghilali advierte que "la introducción del hormigón en estas regiones es un gran error porque es costoso, no se adapta al entorno y no es fiable".
"Hubo una gran presión por parte de los habitantes y la prioridad fue satisfacerlos", lamentó el arquitecto.
"Un enfoque incorrecto", subraya este profesional que trabaja en la reconstrucción de 70 casas de tierra o piedra, tras descartar 280 proyectos basados en hormigón.
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