La guerra en Ucrania complica el retorno del turismo a Cuba
Montado en un caballo frente a los mogotes de Viñales, Taliv Hasis, un farmacéutico holandés, dice haber cumplido su sueño de visitar Cuba. Los turistas empezaban a regresar a la isla, pero la guerra en Ucrania revivió la incertidumbre para esta industria que mueve la economía cubana.
"La lista de cosas que hay que hacer en la vida dice que hay que ir una vez a Cuba", señala Hasis de 34 años, antes de internarse con su novia cabalgando entre los mogotes, las elevaciones rocosas color ocre que caracterizan al occidental pueblo de Viñales. "Nos encantaba Cuba desde antes y nos encanta la naturaleza".
Esta localidad, a 180 kilómetros de La Habana, declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco, solía ser un concurrido lugar, especialmente visitado por europeos y canadienses hasta marzo de 2020, cuando estalló la pandemia.
Sin esos turistas, el 80% de sus habitantes se quedó sin trabajo hasta finales del año pasado, cuando los visitantes extranjeros empezaron a llegar a cuentagotas.
Los dueños de restaurantes abrieron sus puertas y las personas que tienen casas de hospedaje empezaron a preparar las habitaciones para los viajeros.
"Esto va a ser, seguro, poco a poco", dice tendiendo una cama Tomasa Coello, de 74 años y dueña de una de estas viviendas con tejas, típicas de Viñales.
"Me parece que los turistas van a seguir visitando a Cuba (...) es muy importante que se sientan como en casa", agrega esperanzada.
- Antes, "no podías ni caminar" -
El turismo es la segunda fuente de ingreso de divisas para Cuba, sólo por debajo de lo que generan los servicios médicos al exterior. En 2019 entraron al país 2,2 millones de dólares, mientras que en 2021 este monto se redujo al equivalente de 559.000 dólares.
Igualmente, la entrada de visitantes extranjeros pasó de 4,3 millones en 2019 a 356.453 en 2021. En medio de la crisis, los operadores turísticos cubanos lograron atraer a viajeros rusos, convirtiéndolos en el salvavidas del sector.
En Viñales, en playas de Varadero o en La Habana, la presencia de rusos se incrementó 197% entre 2020 y 2021. Con mucho eran los más asiduos a la isla.
Sin embargo, este flujo se detuvo drásticamente al estallar la guerra. "No hay turismo, muy poco, comparado con tiempo atrás. Aquí en la Plaza Vieja no podías ni caminar", exclama Denis Rosset, un promotor de restaurantes de 38 años, tratando de pescar un cliente.
A principios de marzo unos 6.000 rusos fueron evacuados de Cuba por el bloqueo internacional a aviones de su país, a causa de las sanciones a Moscú por la invasión a Ucrania.
"Lo que más había era turismo ruso, ucraniano sobre todo de esos países como Polonia, pero ahora ya no hay rusos aquí, prácticamente muy poco europeo", lamenta Rosset.
El temor de que el turismo vuelva a hundirse planea de nuevo. Para José Luis Perelló, especialista en desarrollo turístico, "el aumento de turistas rusos a Cuba ha sido un evento coyuntural" por la ausencia de otras nacionalidades durante la pandemia.
Pero recuerda que el mercado natural de la isla proviene de Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, México y Estados Unidos.
- Una década para la recuperación -
"La gran incertidumbre está en que la guerra entre Rusia y Ucrania no es un hecho particular entre dos países. Eso afecta al gran mercado turístico europeo" que está más preocupado por el conflicto bélico que en viajes de placer, dijo el experto.
El turismo ha recibido "uno de los impactos más fuertes posterior a la II Guerra Mundial" y tardará una década en recuperarse, añadió Perelló.
Además de los desafíos globales, como el aumento del precio de combustibles, que encarecerá el costo de los vuelos, la isla padece del endurecimiento de las sanciones de Washington, lo que provoca la proscripción de cruceros estadounidenses en puertos cubanos, limita la adquisición de insumos para la prestación de servicios y da poco acceso a los operadores turísticos.
El ministro de turismo, Juan Carlos García, dijo esta semana que Cuba mantiene la meta de recibir 2,5 millones de viajeros este año.
Un objetivo que los trabajadores que viven de esto ven con escepticismo.
"Al no haber ese turismo americano de siempre, lo que había era europeos y al cerrar las fronteras con Europa siempre va a disminuir, pero ojalá no sea así para siempre", remata Rosset.
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