Los agricultores europeos temen quedarse sin soja brasileña para su ganado
Una nueva directiva de la Unión Europea que prohíbe importar alimentos cuya producción contribuya a la deforestación hace temer a los agricultores europeos quedarse sin la soja brasileña que necesitan para criar a sus vacas y cerdos.
"Todavía no se ha fijado la cotización de la soja para 2025", lo que impide que los compradores tengan una idea del precio de sus pedidos el año que viene, explica a la AFP David Saelens, un ganadero del Somme, un departamento del norte de Francia, y responsable de nutrición animal en la cooperativa agrícola regional.
"Esto plantea problemas organizativos para las plantas de fabricación de alimentos" y crea "riesgos de interrupciones en el suministro y de aranceles más altos".
El nuevo reglamento europeo tiene como objetivo prohibir, a partir de 2025, la importación de café, cacao, caucho, aceite de palma, soja, carne de res y madera cuya producción haya contribuido a la deforestación.
Pero los detalles de como se aplicará aún no están claros, en particular sobre como se certificará que la soja importada no contribuye a la deforestación, señala el sindicato francés de la industria de la nutrición animal.
La consecuencia es que "la mayoría de los importadores y proveedores han suspendido sus cotizaciones mientras que sus clientes, los fabricantes de piensos para animales de criadero, solo tienen información muy parcial e insuficiente sobre las cantidades disponibles", apunta la organización.
El problema afecta a Francia, uno de los mayores productores de carne y leche de la UE, pero también preocupa a sus vecinos, como España, un gran productor de carne de cerdo.
En este sentido la asociación española del sector, Unistock, mostró recientemente su "alarma" por la medida.
Aunque trata de aumentar su producción, Francia sigue importando más del 90% de la soja que consume para la alimentación animal, principalmente de Brasil, según la cooperativa agrícola.
La compañía Solteam, una de las principales importadoras de soja en Francia, "confía" en su capacidad para cumplir con la nueva regulación aunque plantea "desafíos operativos", señala a la AFP su gerente, Laurent Houis.
A la espera que Bruselas dé detalles de la nueva regulación, "no estamos comunicando públicamente los precios en el mercado francés más allá de diciembre de 2024".
El grupo Louis-Dreyfus, otro importante importador de soja, dice estar trabajando para recopilar datos o títulos de propiedad para conocer el origen de la soja pero también espera "más detalles de la Comisión Europea" para implementar la directiva.
- Castigo a los pequeños productores en Brasil -
Si no cumplen con las nuevas reglas, las empresas pueden ser sancionadas hasta con un 4% de su facturación o incluso se les puede prohibir el acceso al mercado, dice a la AFP Claude Soudé, subdirector de la federación de productores de semillas oleaginosas y proteínas de Francia.
Por eso "no quieren correr ningún riesgo".
En Brasil, las compañías del sector aseguran estar preparadas. Los comerciantes están "trabajando arduamente en este tema, en particular en logística, para garantizar la trazabilidad necesaria", dice Azael Pizzolato Neto, presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Soja del estado de Sao Paulo.
Brasil ya tiene una legislación estricta sobre deforestación, asegura Pizzolato Neto en un correo electrónico. Por eso, si hay escasez de soja en el mercado europeo, no será por "falta de productos que cumplan con los requisitos" sino debido a la "ineficiencia europea".
Carolina Teodoro, de la Organización de Cooperativas del Estado de Paraná que agrupa a casi 168.000 agricultores, confirma que les interesa mucho "mantener relaciones comerciales" con los clientes europeos.
"Esperamos que sean suficientes" las certificaciones que ya están vigentes sobre el medio ambiente, dice a la AFP.
En este sentido, el ministerio de Comercio de Brasil pide que la Unión Europea tome en cuenta "los datos y los sistemas brasileños para definir la deforestación".
La Confederación Nacional Agrícola de Brasil teme que los requisitos europeos puedan "castigar a los pequeños productores", que tienen menos capacidad para proporcionar datos, especialmente por satélite, para demostrar que sus cultivos no participan en la deforestación, dice uno de sus gerentes, Sueme Mori.
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