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Para un testigo, el ataque de los Juegos Olímpicos de Múnich fue como volver "a la guerra"
Para un testigo, el ataque de los Juegos Olímpicos de Múnich fue como volver "a la guerra" / Foto: Tobias Schwarz - AFP or licensors

Para un testigo, el ataque de los Juegos Olímpicos de Múnich fue como volver "a la guerra"

Klaus Langhoff vivió la Segunda Guerra Mundial cuando era un niño, y revivió los recuerdos del conflicto cuando fue a Múnich en 1972 como capitán del equipo de balonmano de Alemania Oriental en los Juegos Olímpicos.

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Langhoff y sus compañeros se alojaban justo enfrente del apartamento que asaltaron varios militantes palestinos armados el 5 de septiembre de 1972, para llevarse como rehenes a nueve atletas israelíes.

Langhoff asistió impotente, desde su balcón, a las horribles escenas, desde el momento en que los terroristas dejaban el cuerpo sin vida de un entrenador israelí en la calle a las tensas negociaciones entre los secuestradores y la policía de Alemania Occidental.

"Era como estar en una guerra", afirmó , que, cuando tenía seis años, vio cadáveres de soldados alemanes en tumbas cavadas a toda prisa.

"Esos recuerdos de la guerra volvieron" cuando vio a los hombres armados sacando el cuerpo del entrenador israelí de lucha libre Moshe Weinberg y dejándolo en la calle, explicó a la AFP.

Un golpe aún más difícil de soportar teniendo en cuenta que los Juegos habían empezado con buen pie, cuenta Langhoff, que todavía tiene una imponente figura a sus 82 años.

Langhoff fue uno de los pocos ciudadanos de Alemania Oriental autorizados a salir del país por primera vez y llegó a Múnich "con grandes expectativas".

La primera semana en los Juegos Olímpicos fue "excelente, muy alegre", contó.

Pero el alborozo terminó de repente, cuando el secretario general del equipo lo despertó a las 05H30 de la mañana.

"Vino a verme en la habitación y dijo: 'Klaus, informa a todos los jugadores. Allí, en las dependencias de los israelíes, ha habido un tiroteo y un ataque terrorista'", relató Langhoff.

- Patrullando con una Kaláshnikov -

En un primer momento, tanto a él como a su equipo les pidieron que se mantuvieran dentro del apartamento y alejados de las ventanas.

Pero pronto se hizo evidente que ellos no eran el objetivo, así que Langhoff empezó a mirar hacia fuera y a salir al balcón, desde donde tomó fotografías del terror.

Enseñando una de las tomas, Langhoff indicó que él vio a un miembro del grupo palestino "Septiembre Negro" patrullando por el tejado "con una Kaláshnikov preparado para disparar".

Abajo, patrullando en la puerta delantera "siempre había alguien, probablemente el jefe de ese grupo terrorista, siempre con una granada en la mano".

Durante una riña, a Weinberg le alcanzó un tiro y murió.

Su cuerpo yació en la calle "durante mucho tiempo hasta que se lo llevaron", dijo Langhoff.

"Fue horrible. Si mirabas por la ventana o desde el balcón hacia afuera, veías ahí a ese atleta muerto".

Al levantador de pesas Yossef Romano también lo mataron, mientras que a otros nueve israelíes se los llevaron como rehenes.

Sin embargo, la caótica operación de rescate de la policía de Alemania Occidental se saldó con la muerte de los nueve rehenes, de cinco de los ocho atacantes y de un policía.

- "Los Juegos deben continuar" -

Con los juegos suspendidos por primera vez en la historia de las Olimpiadas, el equipo se preparó para una cancelación total.

Sin embargo, al final solo se interrumpieron las pruebas por 34 horas, y el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, declaró que "los Juegos deben continuar".

Según Langhoff, para él era "el doble de difícil" concentrarse en sus objetivos deportivos después del ataque.

El equipo perdió contra la Unión Soviética y, al final, quedó en cuarta posición.

Pese a la angustiosa experiencia que vivieron, el equipo se topó con la incomprensión del público de Alemania Oriental al volver a casa.

"Solo contaban las medallas", recordó. "Para nosotros, en la RDA (Alemania Oriental), acabar cuartos suponía un choque para el sistema. Quiero decir, no había ningún campo de prisioneros, pero solo los tres primeros puestos eran premiados con dinero".

El Gobierno de Alemania Oriental, aliado de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y hostil a Israel, se refirió oficialmente a la toma de rehenes como a una "tragedia", y los medios pocas veces hablaron de ella.

Las autoridades comunistas "ignoraron completamente ese ataque y no nos incluyeron en ninguna evaluación ni nada (...) a (ellas) solo les preocupaba ganar en la competición", explicó el exatleta.

- "Incomprensible" -

Pero el gobierno de Alemania Occidental también fue criticado por no haber asumido su responsabilidad en el desastre.

En 2012, Israel divulgó documentos oficiales sobre asesinatos, incluyendo material especialmente desclasificado y el relato oficial de un exdirector de los servicios de inteligencia israelíes en los que criticaba la actuación de los servicios de seguridad de Alemania Occidental.

La policía "no hizo ni el más mínimo esfuerzo para salvar vidas humanas", afirmó el exjefe del Mosad Zvi Zamir, tiempo después de haber vuelto de Múnich.

En los años siguientes a la tragedia, los familiares de las víctimas lucharon por obtener una disculpa oficial de las autoridades alemanas, tener acceso a los documentos oficiales y una indemnización adecuada, más allá de los 4,5 millones de euros (4,5 millones de dólares) que les dieron en 2002.

Pero el miércoles, casi 50 años después del ataque, se logró un acuerdo para que Alemania pague una compensación de 28 millones de euros a los parientes de las víctimas.

"Si miramos hacia atrás, hubo grandes olvidos a la hora de hacerse cargo del terror" vivido, comentó Langhoff.

"Ni siquiera quiero abordar el aspecto financiero. Es que incluso moralmente hay tantas cosas que es, simplemente, incomprensible", afirmó.

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