Una escuela en España prepara a los "pastores del siglo XXI"
Vanesa Castillo inmoviliza entre sus piernas a la oveja, y mientras con una mano le sujeta la cabeza, con la otra intenta usar las cuchillas para cortar su espesa lana. "¡Me da miedo!", dice en la clase de esquilado en una escuela de pastores en España.
"Tienes que ir tensando la piel del animal, despacito, que no la cortemos", la tranquiliza José Rivero, el esquilador profesional. Vanesa logra retirar parte de la lana, luego José remata la faena y la oveja merina queda completamente pelada. Los demás estudiantes aplauden.
Momentos antes, en la granja donde funciona la escuela de pastores en Casar de Cáceres, en Extremadura (oeste), una región rural que concentra buena parte del ganado ovino y caprino de España, Thibault Gohier aprende a ordeñar cabras y a detectar enfermedades que puedan afectar la calidad de la leche.
"Las yemas de tus dedos deben ser tus ojos", lo orienta Felipe Escobero, responsable de la granja de la cooperativa de ganaderos Cooprado, mientras Thibault palpa los ganglios --si están sanos "deben estar como una almendra", dice Felipe-- en la parte superior de la ubre de la negra cabra granadina que es ordeñada.
Vanesa y Thibault son parte de los diez estudiantes que este año hacen el curso gratuito, una formación teórico-práctica de 600 horas en cinco meses financiada por Cooprado, que enseña a los alumnos a trabajar con los animales, pero también nociones financieras o a cumplimentar los certificados que necesitan para trabajar en el campo, como el de bienestar animal o uso de plaguicidas.
- Un "pastor del siglo XXI" -
La de Casar de Cáceres no es la única: varias regiones de España cuentan con escuelas similares, como el País Vasco, donde se instaló la pionera en 1997.
La idea es formar "un pastor del siglo XXI, un profesional (...) del sector agroalimentario, al que intentamos enseñarle la actualidad del sector, en el que tiene que converger lo tradicional con lo más innovador", explica a la AFP Enrique "Quique" Izquierdo, coordinador de la escuela de Casar de Cáceres.
"La visión bucólica del pastor en el campo con el zurrón, que se pegaba todo al día por ahí" ya no existe; hoy controla al detalle con tabletas y 'big data', por ejemplo, la producción de leche, secunda Jurgen Robledo, un veterinario que da clases en la escuela.
Sentados en pupitres azules en un espacio de la granja habilitado como clase, los estudiantes no pierden detalle. Jurgen los anima a hacer preguntas sobre sus necesidades particulares, a sabiendas de que por la escuela pasan perfiles muy diversos: desde quienes tienen experiencia en el campo, hasta personas de otros ámbitos que buscan darle un vuelco total a su vida.
En este último grupo está Vanesa Castillo, quien a sus 37 años asiste al curso junto a su hija Arancha Morales, de 17, con el sueño de montar una explotación de ovejas luego de haber pasado casi dos años sin encontrar trabajo desde que fuera despedida de una clausurada residencia de ancianos.
"Estamos buscando la forma de traer dinero a casa", explica Arancha, cuyo padre tuvo un accidente laboral y no puede trabajar.
Ambas reconocen que tienen una dura tarea por delante, sobre todo por la dificultad de hallar un terreno asequible para su rebaño, un problema generalizado en el campo en Extremadura, explican los responsables de la escuela.
- Futuro en el campo -
Thibault Gohier es otro tipo de perfil, un francés de 26 años amante de los animales y el campo que iba a hacer el curso en 2020 pero debió retrasarlo por la pandemia de covid-19.
Su anhelo es tener "una posada y al lado una pequeña granja con una treintena de animales" en una zona montañosa en Francia, aunque tampoco descarta terminar trabajando en una explotación en España.
Mientras los estudiantes aprenden a esquilar, El Ouardani El Boutaybi alimenta a decenas de inquietos cabritos que saltan y corretean dentro de un corral.
"En 2020, en el mes de junio, estuve en la escuela de pastores, y también hice las prácticas (...) y desde ahí me han cogido para trabajar con ellos", cuenta el joven de 20 años de la ciudad marroquí de Nador, desde donde ingresó al enclave español de Melilla en 2017. Allí pasó un tiempo en un centro para migrantes menores de edad.
"Yo tengo un futuro en el campo", dice orgulloso Ouardani, quien parece encarnar precisamente lo que busca la escuela de pastores desde su fundación en 2015: ante "el abandono del medio rural y la despoblación" en zonas del campo español, "traer gente con ganas al campo, ayudarlas en su formación y que tengan todos los recursos necesarios", afirma Quique Izquierdo.
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