Cada vez más "mulas" en el principal aeropuerto de París
Perplejo, un agente de aduanas saca de la maleta de un afgano una bolsa con pequeños y duros bloques de un color blanco nieve. ¿Es "yogur seco" como afirma el pasajero o el enésimo cargamento de droga que transita por el principal aeropuerto de París?
El funcionario lleva el producto sospechoso a una sala apartada y, con dificultad, desmenuza un trozo con el mango de un cuchillo. Frota el polvo con una lengüeta y la desliza en un detector. No hay reacción química. "No, no son estupefacientes", dictamina.
Pero la desconfianza está justificada en el aeropuerto de París-Charles de Gaulle, el mayor de Francia con 67,4 millones de pasajeros anuales, situado en el municipio de Roissy.
Desde hace meses notan un fuerte aumento de traficantes de drogas ("mulas" en jerga policial). El fenómeno no es nuevo, pero este recrudecimiento coloca a las autoridades aeroportuarias bajo presión.
A finales de noviembre, la fiscalía de la zona ya llevaba acumulados 250 procedimientos contra mulas en 2024, lo que representa un aumento del 18% respecto al conjunto de 2023, según las cifras comunicadas a la AFP.
Este auge se explica por el aumento del consumo de cocaína sudamericana en Francia y, en general, en Europa. Ante la saturación del mercado estadounidense, los narcotraficantes se orientan hacia el Viejo Continente y aprovechan la mínima brecha para colarse.
"Nunca vimos tanta cocaína en Roissy", afirma Simon Decressac, director de aduanas por la parte de pasajeros en este aeropuerto.
Aunque no quiere dar cifras de las cantidades incautadas este año, asegura que ha habido al menos un "aumento de dos cifras" respecto a los 700 kilos de cocaína interceptados en pasajeros en 2023.
En los vuelos procedentes de Colombia, la droga va generalmente escondida en maletas. Pero en Brasil suelen recurrir a mulas que ingieren cápsulas de cocaína comprimida y protegida por una envoltura de plástico duro (más fiable que los preservativos usados antes, que podían romperse y matar al portador).
- Jóvenes y pobres -
El jefe de la división de aduanas a Roissy, Philippe Zeinulabedin-Rafi, precisa que el "90% droga pasa por rutas marítimas y terrestres". "Por vía aérea, realmente no tenemos más que una pequeña parte del espectro", afirma.
Pero con los controles más estrictos en puertos europeos y desde ciertos aeropuertos de salida, el narcotráfico busca "multiplicar los canales" para abastecer el mercado, explica.
"Hacer pasar pequeñas cantidades, es al menos una garantía de que habrá cantidades que pasan regularmente", agrega.
El conjunto más importante de mulas detectadas en Roissy no procede de América del Sur, sino de África Occidental, una región usada como plataforma para el envío de droga desde Latinoamérica.
Carne de cañón para los narcotraficantes, que les pagan miles de dólares para el viaje y las abandonan a su suerte si son arrestadas, las mulas son generalmente personas jóvenes, pobres y, en su mayoría, mujeres.
La semana pasada, una pasajera de 23 años procedente de Sao Paulo, poco habituada a viajar en avión, sufrió un ataque de pánico al no encontrar la salida de la terminal en el aeropuerto parisino. Llorando, se entregó a los agentes aduaneros que descubrieron que portaba 2,2 kilos de cocaína ajustados en una faja sobre su piel.
Los casos de droga ingerida o escondida por todos los orificios del cuerpo necesitan procedimientos médicos largos de parte de las autoridades aeroportuarias que retiene a varios agentes durante muchas horas.
Emmanuel Bizeray, jefe de los servicios aduaneros de una de las terminales del aeropuerto, aprovecha para "recordar a los consumidores que cuando esnifan cocaína, a menudo ha pasado por el ano de una persona a la que no conocen".
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