El activista ecologista Paul Watson seguirá detenido en Groenlandia
El activista ecologista Paul Watson permanecerá detenido hasta el 13 de noviembre, decidió el miércoles la justicia groenlandesa, a la espera de la decisión del gobierno danés sobre la solicitud de extradición de Japón en un caso relacionado con su lucha por las ballenas.
Arrestado el 21 de julio, Watson habrá superado así los 100 días de detención para esa fecha si no se toma una decisión antes.
Fundador de Sea Shepherd y de la fundación que lleva su nombre en favor de los océanos, Watson fue arrestado mientras se dirigía con su barco, el "John Paul DeJoria", a interceptar una nave-factoría ballenera japonesa.
Japón solicitó su extradición desde 2012, acusándolo, según sus defensores, de "obstrucción a una actividad comercial" y de ser copartícipe de daños y lesiones durante enfrentamientos con un ballenero japonés en el océano Antártico en 2010.
Watson es acusado de lesiones que, según la fiscalía, fueron infligidas el 11 de febrero de 2010 a un marinero del "Shonan Maru 2" con una poderosa bomba de gas lacrimógeno que contenía ácido butírico, y por el abordaje del mismo barco cuatro días después.
La decisión de extradición corresponde al Ministerio danés de Justicia, que aún está examinando el caso.
A mediados de septiembre, los abogados del septuagenario contactaron al Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los defensores del medio ambiente, denunciando el riesgo que enfrenta de "sufrir tratamientos inhumanos (...) en las cárceles japonesas".
Watson solicitó el miércoles 16 de octubre asilo político en Francia a través de una carta manuscrita enviada al presidente Emmanuel Macron.
La posición de Francia sobre este asunto "no está definida", declaró al día siguiente la portavoz del gobierno, Maud Brégeon.
Esta solicitud plantea problemas legales y, por lo tanto, es en gran medida simbólica.
"En principio, una solicitud de asilo solo puede hacerse en el territorio del país donde se presenta dicha solicitud", observó en una radio pública el ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean Noël Barrot.
Japón es, junto con Noruega e Islandia, uno de los tres últimos países del mundo que practica la caza comercial de ballenas.
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