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En una Bosnia fracturada, los croatas también presionan
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En una Bosnia fracturada, los croatas también presionan

En Mostar, Bosnia, el tintineo de las campanas de la iglesia se mezclan con las llamadas a la oración de los imanes desde el icónico puente de la ciudad dividida, que cruza las aguas del Neretva para unir los barrios croatas a la parte musulmana.

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Pero esta armonía superficial no oculta la insatisfacción creciente de numerosos católicos que se sienten perjudicados en el dividido país de los Balcanes, donde comparten desde los años 1990 una entidad con los musulmanes bosnios.

En los últimos meses, los temores sobre la supervivencia de este país pobre de 3,5 millones de habitantes, golpeado por la corrupción, han sido dominados por las amenazas secesionistas de Milorad Dodik, el jefe político de los serbios de Bosnia, agrupados en su propia entidad, la República Srpska.

El país está formado por esas dos entidades, la República Srpska y la que comparten los croatas con los musulmanes bosnios.

Pero ahora, los partidos croatas amenazan con boicotear las elecciones generales de octubre si no se atienden sus demandas de cambio, lo que según sus detractores significa una nueva amenaza existencial para Bosnia.

Apoyados por Zagreb, reclaman una reforma electoral que impida a los votantes bosnios musulmanes, ampliamente mayoritarios, elegir al representante croata a la presidencia tripartita del país al igual que a su propio representante, como ocurre actualmente.

"Todos deberíamos tener los mismos derechos", declaró a AFP Sima Pehar, una jubilada croata de 78 años. "¿Por qué alguien que (no es electo por) los croatas va a representar a los croatas? No tiene lógica", expresó.

Los bosnios constituyen 70% de los 2,2 millones de habitantes de la entidad croata-bosnia, y los croatas disputan la legitimidad de su copresidente, Zeljko Komsic, quien se dice partidario de una Bosnia cívica y multiétnica y que ha sido electo tres veces gracias a los votos bosnios.

- "No es viable" -

"Las condiciones formales no están dadas para organizar las elecciones mientras no se modifique la ley electoral para asegurar a los tres pueblos su legítima representación", aseguró Dragan Covid, jefe del partido HDZ de Bosnia, hermano de la agrupación conservadora en el poder en Croacia.

Bosnia "es también la patria del pueblo croata. Si alguien piensa que puede privar al pueblo croata de legitimidad, suprimirlo, tendrá su respuesta", amenazó Ilija Cvitanovic, jefe del HDZ-1990, el segundo mayor partido croata.

Petar Vidic, un excombatiente croata de 48 años, está triste. "Esta situación no es viable y nos lleva a algo que no está bien", comentó.

Concretamente, los croatas reclaman una especie de circunscripción flotante que permitiría a los votantes croatas designar solos a sus representantes a la presidencia y a la cámara alta, lo cual es rechazado por el SDA, principal partido bosnio.

Zeljko Kosmic acusa a los partidos croatas de querer "una ley electoral basada en el apartheid" y de querer "alcanzar objetivos de guerra en condiciones de paz".

- Catástrofe económica -

Para muchos, la superioridad nacionalista solo sirve a los intereses de las élites políticas en un país disfuncional y estancado económicamente a casi tres décadas de la guerra tras la división de la antigua Yugoslavia.

Desde el fin del conflicto, que dejó 100.000 muertos, Mostar ha sido dirigida continuamente por nacionalistas de ambos bandos.

"Nada cambiará para los habitantes de Bosnia-Herzegovina con las eventuales modificaciones a las reglas electorales", comentó la analista Ivana Maric a la red regional N1.

Como en toda Bosnia, la gente emigra masivamente de Mostar pese a la belleza del Puente Viejo, emblema heredado de la era otomana, destruida por las fuerzas croatas durante el conflicto y reconstruido en 2004 antes de ser inscrito como patrimonio mundial de la Unesco.

Esa emigración se ve facilitada para los croatas bosnios por el hecho de que pueden obtener un pasaporte entregado por Croacia, miembro de la Unión Europea.

"Todo el mundo se va de Bosnia, croatas, bosnios y serbios", afirmó con amargura la jubilada Sima Pehar. "La economía es una catástrofe y quienes nos gobiernan amenazan con guerra y la gente huye".

Mientras tanto, las negociaciones sobre la reforma están varadas.

"Yo estoy convencido de que la crisis continuará si la ley electoral no se modifica, lo que es malo para toda Bosnia y su futuro euroatlántico, y se reflejará lamentablemente en la gente", sostuvo el analista Zoran Kresic.

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