Carlos Alcaraz, batido y perdido
Derrumbado en la segunda ronda del US Open, el tenista español Carlos Alcaraz se ve abocado a una profunda reflexión sobre el colapso mental que desembocó en su insólita eliminación.
Alcaraz, el vibrante y talentoso joven que conquistó el mundo del tenis en los últimos dos años, se rindió la noche del jueves sin apenas presentar batalla frente al neerlandés Botic van de Zandschulp, número 74 del ránking mundial.
El apagón del vigente ganador de Roland Garros y Wimbledon en Nueva York tiene muy escasos precedentes entre los últimos gigantes de este deporte.
Su ídolo Rafael Nadal cayó en la segunda ronda de Wimbledon de 2012 frente al checo Lukas Rosol, entonces número 100 mundial, y ese mismo año lo hizo Serena Williams frente a la italiana Virginie Razzano (111º) en su estreno en Roland Garros, pero ambos se resistieron a este destino hasta el último set.
Alcaraz, en cambio, fue noqueado por la vía rápida (6-1, 7-5 y 6-4) después de dos horas y 19 minutos en los que mostró una versión irreconocible de su vertiginoso y carismático tenis.
El español no pudo prender la chispa de la rebelión, desgastado mentalmente por unos extenuantes últimos meses en los que sufrió dolorosas derrotas en los Juegos Olímpicos y en el Masters 1000 de Cincinnati, donde destrozó su primera raqueta de pura rabia.
Sus infinitos recursos y fiabilidad (ninguna eliminación a estas alturas desde que irrumpió en los Grand Slams en 2021) desataron la incredulidad en la grada y en el propio Van de Zandschulp, quien hasta el final temió que Alcaraz se sacaría algún truco de la chistera.
"Hasta que iba 5-4 en el tercer set todavía creí que iba a sacar algo especial. Lo pensé durante todo el partido", reconoció el espigado tenista neerlandés, sin títulos en su palmarés y unos cuartos de final del US Open de 2021 como mejor resultado en los torneos grandes.
- "No sé controlarme" -
Con semblante abatido, Alcaraz reconoció frente a la prensa que el desgaste emocional de las últimas semanas pudo ser el detonante del fiasco pero apuntó también a una revisión de sus apariciones en el circuito.
"Probablemente llegué a Nueva York con menos energía de la que pensaba", afirmó. "A lo mejor soy un tipo de persona a quien un calendario tan apretado no le venga bien, y mentalmente me exijo más de la cuenta".
En el periodo entre Roland Garros y Wimbledon surgió este año la atractiva cita de los Juegos Olímpicos de París, deparando unos últimos tres meses extenuantes para las figuras del tenis.
Más allá de ese ciclo, sin embargo, Alcaraz aterrizó en Flushing Meadows con 46 partidos en las piernas por los 59 que había jugado el año pasado a estas alturas.
Ante los medios, el español dedicó más tiempo a hacer autocrítica sobre sus recurrentes problemas para concentrarse en la pista y mantener a raya sus emociones.
"Fue una lucha contra mí mismo. En el tenis juegas contra alguien que quiere lo mismo que tú, ganar el partido, pero hoy en mi mente estaba jugando contra el oponente y contra mí mismo. Fueron muchas emociones que no pude controlar", admitió.
Alcaraz eludió achacar su estado mental a las decepciones vividas en los Juegos Olímpicos, donde quedó lejos de las medallas en los dobles con Rafael Nadal y terminó entre lágrimas tras perder la final individual ante Djokovic.
"Venía de un verano espectacular, de (ganar) Roland Garros y Wimbledon. Creí que había dado un paso adelante. Para ganar grandes cosas hay que estar duro de cabeza, pero vine a esta gira (estadounidense) y di pasos hacia atrás", afirmó. "Mentalmente no estoy bien, no estoy fuerte, ante los problemas no sé controlarme y eso es un problema".
"Ahora tengo que hablar con mi equipo para ver qué pasos vamos a dar", avanzó Alcaraz, que tiene retos muy ilusionantes en el corto plazo.
Además de los eventos de final de año y la Copa Davis, este coleccionista de récords tiene a su mano convertirse en el jugador más joven en conquistar los cuatro Grand Slams si triunfa en el próximo Abierto de Australia en enero.
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