Tras las huellas de Paco de Lucía, el gran revolucionario del flamenco fallecido hace 10 años
El guitarrista español Paco de Lucía, de cuya muerte se cumplen diez años el domingo, no sabía solfeo ni teoría musical, pero su talento le permitió revolucionar el flamenco y popularizarlo en el mundo.
Llenó teatros en París, Moscú, Nueva York, San Francisco, Londres o Tokio, venciendo el estigma que arrastraba el flamenco de ser algo difícil y de ambientes lumpen.
"El flamenco siempre estuvo marginado en mi tierra, porque era una música de gitanos, de andaluces, de gente pobre, de gente socialmente de clase baja", explicó De Lucía en una ocasión.
Así, el acto central del aniversario de su muerte tuvo lugar el martes en un escenario de lujo, el teatro Carnegie Hall de Nueva York, que reunió a los mejores artistas flamencos y a otros, como el salsero Rubén Blades.
El secreto del éxito de Paco de Lucía era la capacidad "de hacer melodías bonitas, y luego esas melodías vestirlas con la mejor armonía, con las mejores ropas", explica a la AFP el guitarrista José Carlos Gómez. "Por eso Paco gusta tanto a la gente que sabe y a la que no sabe", sentencia.
De Lucía murió el 25 de febrero de 2014 a los 66 años de un ataque al corazón que le sobrevino "jugando con sus hijos al lado del mar", como anunció su familia. Fue en Playa del Carmen, en el Caribe mexicano, donde tenía una casa que le satisfacía su pasión por el mar, por nadar, por la pesca.
Pasiones que antes había cultivado en la Algeciras que le vio nacer en 1947, en sitios como la playa El Rinconcillo, en la que Gómez, muy cercano a la familia De Lucía, habla a la AFP.
Frente a Gómez, cuyo último disco es un tributo a su ídolo, con el revelador título "Las huellas de Dios", está el bar Casa Bernardo, donde a De Lucía le gustaba ir a tomar cerveza y pescado frito y al que le dedicó una rumba.
- Los hitos -
Paco de Lucía nació con el nombre de Francisco Sánchez Gómez, hijo de un español y una portuguesa. Su nombre artístico resultó de su apodo en el barrio: "Paco", por Francisco, y "de Lucía", por su madre.
A los 8 años, su padre, que se ganaba un dinero extra tocando la guitarra, le puso una en las manos y le dijo: "no te puedo llevar a la escuela, no te puedo enseñar una carrera, lo único que te puedo dar es la guitarra", explicó el propio De Lucía en una entrevista. Sus hermanos Ramón y Pepe también pasaron por la escuela paterna e hicieron carrera en el flamenco.
Tan bien se le daba a Paco -"nació diseñado para tocar la guitarra", dice Gómez-, que pudo concentrarse en experimentar y componer más que los demás.
Fue el primer artista flamenco en alcanzar el número uno en las listas de ventas en España, con su rumba instrumental "Entre dos aguas", publicada en 1973, y acercó el flamenco al jazz con la creación de su sexteto, que incluía instrumentos de viento o el bajo eléctrico, totalmente ajenos a la tradición.
También revolucionaria fue la introducción del cajón peruano, que Paco de Lucía conoció viendo actuar a Chabuca Granda en Lima, y que hizo al flamenco "más acústico" y "más íntimo en cuanto a la puesta en escena", al convertirse en alternativa a los dos o tres palmeros, explicó a la AFP el percusionista Paquito González, que grabó con De Lucía.
Su concierto en el Teatro Real de Madrid en 1975 fue polémico por ser el primero de un artista flamenco en el templo madrileño de la lírica, pero también por su gesto de tocar con las piernas cruzadas, en vez de apoyar la guitarra inclinada sobre una pierna.
- Un flamenco huérfano -
Fue "uno de esos exploradores machete en mano que entra a la puerta de Amazonas y empieza a cortar ramas y a abrir camino", ahonda el guitarrista José Quevedo "Bolita", en una entrevista con la AFP en la Peña La Buena Gente, de Jerez de la Frontera, uno de esos clubes que reúnen a aficionados al flamenco y que abundan en Andalucía.
Fue precisamente en Jerez donde, al término de una noche de borrachera, Paco de Lucía y el cantante Camarón de la Isla decidieron trabajar juntos, alumbrando discos legendarios.
Cuando Paco De Lucía "adquiere esa dimensión como estrella mundial, casi sin darse cuenta, crea lo que es el concepto ya de industria del flamenco", dice Quevedo. "Es un punto de inflexión total" que desemboca "en la profesionalización" y en una vida más digna para muchos flamencos, añade Quevedo.
Con su muerte, antes de dar signos de declive creativo, "el mundo del flamenco se sintió muy huérfano", recuerda la bailaora Mónika Bellido, en la academia de baile flamenco que regenta en Algeciras.
"A Paco lo querían en el mundo entero", sentencia.
潘-H.Pān--THT-士蔑報