Birmania decreta una semana de duelo tras el sismo que dejó más de 2.000 muertos
Birmania decretó el lunes una semana de duelo por el devastador sismo que dejó más de 2.000 muertos en el país, donde las esperanzas de encontrar sobrevivientes se desvanecen tres días después de la catástrofe, que golpeó también Tailandia.
La junta militar que gobierna este país asiático informó que las banderas ondearán a media asta hasta el 6 de abril, "en señal de solidaridad por la pérdida de vidas y los daños causados por el violentísimo terremoto".
La junta también anunció que tendrá lugar un minuto de silencio el martes a las 06H21 GMT. A esa hora precisa en la que golpeó el sismo de magnitud 7,7, los habitantes deberán pararse y rendir homenaje a las víctimas, y los medios deberán suspender sus programas y difundir símbolos de luto.
El anuncio se produjo mientras disminuía el ritmo de las labores de rescate en Mandalay, una de las ciudades más afectadas y la segunda del país, con más de 1,7 millones de habitantes.
"La situación es tan grave que resulta difícil contar lo que está ocurriendo", declaró Aung Myint Hussein, administrador jefe de la mezquita Sajja North.
Los habitantes de la localidad, situada cerca del epicentro, se preparaban para pasar una cuarta noche a la intemperie.
Muchos duermen en medio de las carreteras, lo más lejos posible de los edificios por miedo a los derrumbes. Al sismo inicial siguió el viernes una réplica minutos después, de magnitud 6,7.
La junta afirmó el lunes que hay 2.056 fallecidos confirmados, más de 3.900 heridos y 270 desaparecidos.
Los expertos, sin embargo, temen que haya muchos más muertos pese a la movilización internacional para ayudar a este país diezmado por una guerra civil y que carece de recursos suficientes.
El terremoto, el más fuerte en décadas en Birmania, provocó incluso escenas de caos a 1.000 kilómetros del epicentro, como en Bangkok, la capital tailandesa, donde al menos 19 personas murieron, principalmente en el derrumbe de una torre de 30 plantas en construcción.
- "Hacemos todo lo que podemos" -
El hospital general de Mandalay, con 1.000 camas de capacidad, fue evacuado y cientos de pacientes recibían tratamientos en el exterior.
Camillas con pacientes se colocaron en el aparcamiento del centro médico, muchos de ellos con tan sólo una fina lona para protegerse del sol tropical.
"Hacemos todo lo que podemos", aseveró un enfermero, que habló bajo condición de anonimato. Los pacientes no son los únicos que sufren. Los rescatistas están extenuados por temperaturas que rondan los 40 ºC. El fuerte calor acelera la descomposición de cuerpos, lo cual complica su identificación.
A pesar de las escenas de devastación, el tráfico empezó a volver a las calles, y tanto los restaurantes como los vendedores ambulantes reanudaron sus actividades.
Cientos de musulmanes se congregaron cerca de una mezquita destruida para la primera oración del Aíd al-Fitr, la festividad que se celebra después del mes de ayuno musulmán del Ramadán.
- Crisis humanitaria -
La Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC) lanzó el domingo un llamado de emergencia por más de 100 millones de dólares para ayudar a las víctimas.
Según la IFRC, las necesidades crecen cada hora, al tiempo que el calor y la cercanía de la temporada de lluvias aumentan el riesgo de "crisis secundarias".
El país del sudeste asiático de más de 50 millones de habitantes ya enfrentaba enormes desafíos desde antes del terremoto.
Birmania se ha visto arrasada por cuatro años de guerra civil tras el golpe militar de 2021.
Incluso después del sismo se han reportado combates esporádicos. Un grupo rebelde dijo el domingo a AFP que siete de sus combatientes murieron en un bombardeo poco antes de que se sintieran los temblores.
La guerra civil provocó el desplazamiento de unas 3,5 millones de personas, muchas de las cuales están al borde de la hambruna.
La mayoría de los fallecidos eran trabajadores y gran parte de los desaparecidos habrían quedado atrapados bajo el cúmulo de escombros.
Naruemol Thonglek, de 45 años, siguió rezando el lunes para que su novio emerja de la inmensa pila de cascotes. "Estoy destrozada. Nunca había visto algo así en toda mi vida", declaró a la AFP.
"Sigo rezando para que esté vivo, pero si ya no lo está, espero que podamos recuperar su cuerpo", declaró. Entre los desaparecidos hay tailandeses, laosianos, camboyanos y ciudadanos de la propia Birmania.
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